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Ya con esta son treinta y tres entradas, las que llevo escritas en el blog. Coincide el número de años que llevo y como es de esperar o como es de recibir y de no aguantar: intentaré que esto no sea una despedida, ni tampoco uno de ese adiós que hace el torero para luego hacer caja.

Es increíble cómo me he metido en esta aventura bloguera, me gustaría contar más. Pero así como tengo experiencia, también carezco de ella. Hoy no, de tristes ni hablar, en este número de blog, tenemos que romper con la pana. Abróchense los cinturones

Una de mis puntazos fue en parvulitos, cuando no dejaba de sacar el pito por debajo la mesa. Y después cuando me riñeron, no daba subido la cremallera. Lo de tirar cosas al suelo y agacharse, ya está muy visto, no!. Tener el diccionario lleno de grafitis y decirle a profesora que fue mi hermana, la maestra que no era tonta 4 ostias me dio.

Tengo muchos puntazos, pero siempre me juntaba con el gracioso de la clase. Porque no quería estar triste y por que las clases me parecían un coñazo, como todo lo que nos querían meter en la cabeza. Con toda esa gente graciosa no solo era reírle las gracias, era como con mi abuelo. Mirarles a los ojos y ya saber por donde iba la parida, incluso teníamos en la parte de atrás de las libretas, sus viñetas adaptadas.

La cosa era como en la tele, una temporada nos reíamos de un cerdo que teníamos pintado unos minutos. Le sacábamos tema y risa fácil, rememorándolo, sacándole replicas. Otras veces algún profesor, pronunciaba algo mal, llevado por los nervios y allí estábamos. Le metíamos caña a todo, para que todo el mundo se riera y no lo pasara mal.

Lo malo es que tanto cachondeo, acaba tocando los huevos al profesorado. Expulsiones repentinas, llamadas a casa y fracasos escolares, nos rondaban algunos. Tuvimos profesores que pasaban un poco, yo pienso que los que más se mosqueaba eran los que más querían aprobarnos. Nosotros lo que queríamos éramos divertirnos y disfrutar de la fiesta que montábamos.

En el instituto ya era un descontrol y pronto me fui a trabajar. Había ya de por sí mucho simpático y mucho listo. En ese momento me junte con la gente de pueblo, a fin de cuenta es la que mejor me cae y con la que sigo hoy en día.

En este 33 aniversario de la entrada de este blog. 33 veces eh! Vamos a jugar y si por qué no, tú me lees y yo te cuento más cosas de mi o de lo que me surja. No somos grandes genios cuando estamos pesimistas, pero con vosotros me crezco algo y puedo sentirme algo creador.

Odio las coincidencias, no las dejo pasar. Pienso que es por algún motivo o por algo en concreto. Tenemos 33entrada con 33años, no le vamos a dar al tarro de la manía a pesar de que el inconsciente ya me esté jodiendo. Este parecido numérico lo comparto, como un solsticio de verano, para que no se diga que soy negativo.

Empecé con el 33 y con el 33 me despido. Espero verte más de 33 veces. 33saludos para ti.

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